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OPINIÓN

Siempre ESI, siempre

Desde 2006 rige en nuestro país la Ley 26.150, “Programa Nacional de Educación Sexual Integral”, que establece en el “ARTICULO 1º que “todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal. A los efectos de esta ley, entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”.  A partir de allí, se comenzaron a implementar políticas públicas que permitieron concretar las bases, principios, metodologías y enfoques definidos en la normativa. También permitió institucionalizar y contener numerosas experiencias educativas que se venían realizando en muchas escuelas.

Desde los ministerios nacionales y provinciales, universidades y centros de investigación, como también desde las organizaciones de la sociedad civil, se fueron conformando estudios, propuestas y referencias teóricas que permitieron iniciar un recorrido sin pausas, que se expandió en todas las regiones del país, que llega hasta nuestros días y se proyecta como una línea de acción y gestión educativa encarnizadas en las escuelas argentinas. Así, son innumerables los congresos académicos que tienen a la ESI como una temática de trabajo; y de gran significación, las muestras y ferias educativas en las que participan las chicas y los chicos mostrando lo que aprenden de/en ESI.

A nivel de las jurisdicciones, se avanzó en incorporar a los diseños curriculares de los diferentes niveles, los contenidos y estrategias para desarrollar la ESI. En el caso de Neuquén, para la escuela secundaria destina un espacio curricular (materia específica) denominado ESI con una duración de dos horas semanales en primero y segundo año a cargo de docentes que acrediten formación en la temática, en todas las escuelas de la provincia. Asimismo, el Ministerio de Educación, en la Dirección de Contenidos Transversales, desarrolla el  Programa Provincial de Educación Sexual Integral (ESI) que se propone, entre otras líneas de acción, “Acompañar el proceso por el cual se incluyan propuestas institucionales o proyectos escolares de ESI en todas las instituciones educativas de todos los niveles y modalidades, tanto en los espacios curriculares como en las normativas que regulan la organización escolar, las disposiciones que se desprenden de las leyes promulgadas con posterioridad a la sanción de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral que resultan complementarias a su implementación”.

Por lo dicho hasta aquí, pareciera que todo se presenta como una cuestión que se desarrolla con normalidad según las pautas establecidas por la legislación y las políticas públicas de Neuquén. No obstante, los cambios y profundas transformaciones políticas y de las estructuras estatales iniciadas por el actual Gobierno nacional de Javier Milei, nos llevan a prestar atención a las “nuevas propuestas” que circulan por el país e impulsan para instalar un cambio cultural, que también toca a la ESI a través de la educación emocional (EE). En este sentido, un documento de fines de septiembre, titulado “Carta Abierta a la docencia argentina ¿Alojar o gestionar las emociones? Diferencias entre la ESI y la EE”, producido por el colectivo XMásESI –https://www.instagram.com/xmasesi2006– nos alerta de los riesgos de perder lo construido en ESI.

El documento se pregunta si es posible que la EE reemplace a la ESI. Para encontrar respuesta, ubica a la EE dentro de la psicología positiva, la inteligencia emocional y la eficiencia pedagógica, y presenta indicadores claros para evitar caer en la confusión. La EE habla de gestionar, regular las emociones con la finalidad de controlar las conductas; cambia objetivos formativos orientándolos hacia el liderazgo, motivación, emprendedurismo, entre otros aspectos que caracterizan al actual Gobierno nacional. En cambio, la ESI invita a respetar, dar lugar, escuchar las vivencias de las personas; la ESI es colectiva y se fundamenta en los ejes que platea la ley: la perspectiva de género, el respecto por la diversidad sexual, el cuidado del cuerpo y de la salud, el ejercicio de nuestros derechos.

Bajo una marquesina que anuncia bienestar y contención, se esconde un proyecto educativo impulsados por aquellos que no se atreven a decir no a la ESI, y buscan otras puertas de entradas, como el de la EE. Como docentes tenemos que disponer de sólidos argumentos para enfrentar el debate. Sin ser agorera, ni malpensante, por ahí, algún legislador o legisladora local se le ocurre traer propuestas de EE ya instaladas en otras jurisdicciones del país.

Nuestra tarea es que continuemos fortaleciendo la ESI en nuestras aulas. Para cerrar, y a modo de reflexión, transcribo uno de los propósitos que plantea el Diseño Curricular para la Escuela Secundaria de la provincia de Neuquén: “Desarrollar una educación centrada en saberes y conocimientos relacionados con la solidaridad, el amor, el respeto a la intimidad propia y ajena, el respeto por la vida y la integridad de las personas, a fin de favorecer el desarrollo de actitudes responsables ante la sexualidad, el respeto por la diversidad y el rechazo por todas las formas de discriminación”. (Res. 1463/18).

  • María Josefa Rassetto – Profesora en la Universidad Nacional del Comahue
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