Julia Vázquez tiene 25 años, trabaja en un taller y, si bien está fichada en Independiente (para poder jugar torneos en la Liga), entrena y juega en la Primera femenina de Bandurrias, en los torneos comunitarios. Si bien no es el caso de Julia, que se fichó hace dos meses, esta situación se volvió habitual hace dos años, cuando los clubes federados se vieron obligados a conformar sus planteles femeninos y recurrieron a jugadoras no federadas.
Aunque Julia empezó hace poco, afirma que está “re metida” y hoy es como una de las delegadas. Dice que el club se preocupa por las jugadoras que no tienen para la indumentaria y les da la posibilidad de acceder a becas a quienes no pueden pagar las cuotas, pese a que “es el club más barato que puede llegar a existir: pagamos 7.500 (pesos) una cuota mensual, que es simbólica”.
Aclara que elige Bandurrias porque “es un club donde se interesan mucho por las jugadoras, que te brinda muchísimas oportunidades en el aspecto técnico y físico para crecer, y porque es re inclusivo: vas y enseguida te sentís parte del club”.
Julia comenzó a jugar en una escuelita que funciona en el predio de Cubittos, en Bejarano al 1200. “Cuando empecé de chica -en una escuelita de fútbol en el barrio San Lorenzo Norte- hice poco y nada porque el fútbol femenino era algo que no estaba bien visto. Tengo muchos hermanos hombres y no me dejaban jugar al fútbol porque era un deporte para hombres, así que terminé yendo para el lado del baile, que no era justamente lo que me gustaba”, cuenta a Intempestiva.
“Vas a tener todas las piernas marcadas”, “te van a golpear toda”, “es de marimacho”, son algunas de las cosas que le decían. Eso, explica, fue lo que le impidió seguir haciendo fútbol de chica. Cuando fue creciendo pudo empezar a tomar sus propias decisiones, a hacer su camino. Se fue de la casa de sus padres siendo “bastante chica” por problemas familiares, y eligió estudiar y trabajar. Y, por supuesto, jugar a la pelota.
“Rompí con la barrera”, sintetiza y señala que en la actualidad su familia “lo re aceptan, les re gusta la idea, me van a ver jugar”. Cree que “hoy el fútbol femenino está un poco mejor que antes, que estaba mal visto o directamente ni existía”.
Al preguntarle qué significa el fútbol en su vida, Julia responde que “es algo que me re desestresa, me gusta y siento que todo el tiempo estamos en un proceso de aprendizaje. Es algo que me hace muy feliz, que me mantiene muy bien, tanto en lo físico como en lo mental. Si no voy a fútbol mi autoestima baja un montón; mis ganas de hacer cosas bajan un montón”.
A Julia le gustaría que la gente vaya a ver un poco más de fútbol femenino. “Estaría buenísimo que pueda ser un poco más visible. Veo que no es lo mismo un partido masculino, donde hay un montón de personas, y uno de nosotras, donde no nos acompañan de la misma manera. Jugando igual o hasta mejor que los hombres, no tenemos esa compañía, que a veces está buenísimo tenerla”, indica.
Tampoco ve con buenos ojos la desigualdades que aún persisten en relación al fútbol masculino, pero no cree que sean excluyentes de este deporte. Antes jugaba al vóley y Los Gigantes sólo tenían equipo masculino, señala. “Es un bajón, creo que nosotras tendríamos que tener el mismo derecho que ellos”, piensa.
-¿Te gustaría poder dedicarte a esto?
-Sería un golazo.
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