Son las 15.30 de un martes de octubre y en Senillosa reina el silencio. Son pocos los que se mueven por la localidad que reúne a unas 20 mil personas y que es paso obligatorio para quienes se dirigen a cualquier destino de la provincia. En el Municipio también se impone el silencio. La atención al público terminó hace unas horas y quedan los últimos funcionarios, quienes comienzan a irse lentamente. Al que todavía le queda un largo rato es a Lucas Páez, el intendente de 39 años que, de la mano de Comunidad, terminó con décadas del Movimiento Popular Neuquino. “Es una enorme responsabilidad, pero fuimos electos con esa finalidad y estamos para asumirla”, dijo ni bien nos recibió en su despacho, acompañado por un escritorio, tres sillas, las banderas nacional y provincial a sus espaldas y un portarretrato donde se lo observa junto a su compañera y su hija. Durante la hora y cuarto que duró la charla, las puertas que dan a una sala de reuniones permanecieron abiertas por completo, nunca miró su celular, toma sólo tres mates amargos suavizados con coco rallado, bebió media copa de agua y habló de todo, en on y también mucho en off. Sólo se inquietó al momento de pedirle una foto. Preguntó cómo se ponía y, un poco en broma y otro poco no tanto, aclaró sonriente que en estos días pasará por la peluquería. “Soy el de siempre, el mismo de siempre, aunque ahora tengo una enorme responsabilidad, que es la de representar y trabajar para toda la ciudad por igual”, reiteró.
Aseguró que el principal desafío es “ordenar la administración” y trabajar “para poner de pie a Senillosa”. Aclaró que el apoyo de Provincia ha sido (aún lo es) clave para hacer frente a los gastos mensuales y que sin la asistencia financiera del Gobierno de Rolando Figueroa la realidad sería otra. Explicó que la reducción de personal era fundamental, justificó sus acciones, habló del conflicto con ATE, de los desafíos para mejorar la recaudación municipal y de si es momento para rediscutir la coparticipación. También enumeró algunas obras que ya se concretaron y sirvieron para “cambiarle la vida a muchas y muchos vecinos”.
¿Qué balance hace de sus primeros 11 meses de gestión?
Es un balance muy positivo, de mucho aprendizaje y con mucho para aprender. Al asumir nos encontramos con una ciudad que tenía mucha carencia de infraestructura y en eso nos abocamos desde un principio. Pero para poder cumplir con esa premisa tuvimos que tomar decisiones puertas adentro de la administración, que hacían a un ordenamiento integral. Nos encontramos con una administración bastante desorganizada, donde el primer mes tuvimos que afrontar el pago de 1.200 personas que, de una u otra manera, recibían un pago de la Municipalidad ya sea por ser planta permanente, contratados, monotributistas, beneficiarios de un plan o el nombre que uno le quiera poner. Entonces, como primera medida, lo cual para muchos no fue agradable, decidimos ordenar y organizar esa administración desactivando pagos a personas que no brindaban una contraprestación o que directamente no vivían en la ciudad. Tomamos esas medidas y hoy esa planta se redujo a unas 720 personas, incluyendo a las escuelas deportivas de los talleres culturales. Así y todo, el Municipio sigue teniendo un déficit. Hoy, para poder terminar de pagar todo, recibimos un aporte de la Provincia, porque no nos alcanza con lo que recibimos en concepto de coparticipación ni con lo que recaudamos. Fue una etapa de ordenamiento, donde también tuvimos que resolver una situación heredada de la gestión anterior que, al irse, nos dejó muchos funcionarios en planta permanente. Pero bueno, fui elegido como intendente y tengo la responsabilidad de administrar para todos, no para un sector en particular. Estas decisiones son para el beneficio de todos y sabemos que ordenando la administración pública vamos a poder redistribuir a futuro mejor y dejar atrás el pasado, donde Senillosa sufre el estancamiento de 20 años de falta de gestión.
Igual, imagino que dentro de su plataforma electoral había propuestas claras que tenían que ver con obras, cosas que realmente piden las y los vecinos. Usted mismo hace hincapié en que la infraestructura será primordial en su gestión…
Sí, luego de ese reordenamiento interno hemos logrado cosas muy importantes durante los últimos meses. Hemos podido llegar con la red de gas a los 520 lotes del barrio popular CH, donde viven alrededor de 1.600 personas, lo que les permitirá hacer la intradomiciliaria para que en el invierno que viene puedan tener el gas domiciliario. Sabemos que tenemos que terminar de urbanizarlo, pero también tenemos claro que este servicio le otorgará una mejor calidad de vida. Este era uno de los desafíos que teníamos, lo logramos y me genera una enorme satisfacción.
También teníamos como prioridad para el primer año de gestión terminar el asfalto de la avenida Pascual Puente, una obra que se venía prometiendo desde hacía seis años y que nunca se terminaba de concretar. Finalmente se logró asfaltar los 14.700 metros cuadrados. A eso se le suma el asfalto en la avenida Santa Fe y un estacionamiento frente a una UAF, alcanzando 27.700 mil metros cuadrados de asfalto, lo que representa el doble de asfalto de lo que se hizo en los últimos 12 años en Senillosa. Y otro logro importante fue llevar electricidad a algunos sectores del casco urbano que necesitaban.
Más allá de seguir ajustando temas vinculados a la organización administrativa y a lo financiero, ¿qué planes están en marcha hoy y cuáles están pensados para los próximos meses?
Gestionamos y firmamos, con el IPVU y la ADUS, el financiamiento para poder terminar 18 viviendas que estaban postergadas y abandonadas desde 2022, y estamos trabajando en un programa de otras 10 viviendas que también estaba paralizado. Además, agregamos una nueva etapa de 19.500 metros cuadrados de asfalto (llegaremos a fin de año a unos 47.500) y llevamos electricidad a 36 cuadras, algo que cambian la fisonomía de la ciudad. A eso hay que sumarle una obra fundamental, prioritaria, que me llena de alegría: firmamos con el gobernador (Rolando Figueroa) la construcción de una escuela primaria, algo que no ocurre desde hace 40 años. Es una construcción de 1.690 metros cuadrados que demandará más de 3.700 millones de pesos, todos fondos provinciales, y que estará en el barrio Aitue. El plazo de construcción es de 18 meses y esperamos tenerla para el 2026, cumpliendo así una gran de manda de la comunidad.
¿Qué alternativa hay para mejorar las cuentas y no depender más de la ayuda financiera de Provincia?
Primero, no podemos tener más ingreso de personal al Estado porque está sobrepoblado y porque así lo estipula la nueva Carta Orgánica, que entró en vigencia en setiembre del año pasado y estipula que la Municipalidad debe tener el 1,5% de empleados en proporción de la cantidad de habitante. Según el último censo, ese número debería ser de unos 200. Ese número podría estirarse a unos 300, porque nuestras proyecciones nos marcan que acá vivimos entre 18 y 20 mil personas, un poco más de lo que nos dice el censo. Igual sigue siendo un número mucho menor del que tenemos actualmente. Y también debemos mejorar nuestra recaudación, otro tema preocupante que nos impide ser solventes. Cuando ingresamos teníamos un 10% de recaudación, hoy logramos tener una recaudación del 23%, que si bien fue duplicada sigue siendo baja. Por eso remarco que nuestro desafío para poder depender sólo de nosotros, es no tomar más gente y mejorar los ingresos.
Luego de cada elección se pone en discusión la posibilidad de rediscutir la coparticipación provincial y el desafío es lograr un consenso, porque cuando se haga efectiva habrá “ganadores” y “perdedores”. ¿Cuál es la postura de Senillosa?
Es una cuestión que no depende exclusivamente de un intendente y, como bien decís, si se cambia habrá ganadores y perdedores. La pregunta es quién va a querer perder y quién no. Es una discusión que se debe dar en un marco, por ejemplo, dentro del Programa de Regionalización que propone nuestro gobernador, o bien debemos juntarnos todos para acordar si esa discusión se tiene que dar ahora o más adelante. Es una decisión que necesita de una maduración en términos políticos y de un acuerdo pleno para ponerlo sobre la mesa y comenzar a trabajar en esa nueva propuesta.
¿Cómo impactan en la localidad las medidas nacionales, sobre todo la decisión de cortar la obra pública a partir del 10 de diciembre con la llegada de Javier Milei?
Fue un golpe muy duro que nos afectó muchísimo en el día a día. Por ahí el vecino común y corriente no se da cuenta, pero quienes estamos en la administración pública nos hemos visto seriamente afectados. Y te doy marco tres puntos: bajó mucho la coparticipación nacional; el fin del Fondo Nacional del Transporte nos trajo serias complicaciones en el servicio Neuquén-Senillosa y Senillosa-Neuquén, a tal punto que hoy se sostiene por la ayuda de Provincia; y la finalización de la obra paralizó, como conté anteriormente, un plan de viviendas. Estas situaciones nos obligaron aún más a ordenarnos desde lo administrativo y económico.
Hace muy poco firmó un decreto para dar de baja a unas 54 personas, funcionarios que fueron pasados a planta permanente durante el último tiempo de la gestión anterior, situación que hoy está judicializada…
El tema es así: con los 500 que dimos de baja al inicio, esos pagos que se hacían como parte de una práctica que se venía haciendo desde hace años, no tuvimos grandes complejidades ni hubo un impacto social porque fue parte de un ordenamiento consciente y a ninguna de las personas afectadas le representó la quita de su principal ingreso. Todas tenían otro ingreso y reitero que muchas ni trabajaban ni vivían en la ciudad. Entiendo si hay enojos, pero no los justifico. A nosotros nos votaron para hacer algo distinto, sino hubiesen votado lo mismo. Estoy convencido de lo que hicimos y fue un acto de justicia, porque era injusto para personas que sí trabajan y cobraban hasta tres veces menos. Y sobre el decreto, decir que todos los pases a planta que dimos de baja son aquellos que se firmaron después del 16 de abril (día en que se realizaron las elecciones municipales) y la gran mayoría era hasta entonces planta política. Es sentido común. Se tomó esa medida y la mayoría pasó a tener la categoría más alta, la 24, y lo llamativo es que la gestión anterior fue parte de la redacción de la Carta Orgánica. Hoy, el decreto está judicializado, con medias cautelares, y esperaremos la resolución de la Justicia. Esperamos tener un fallo a favor porque esto ha generado un gran daño a las arcas municipales y condiciona la mirada de futuro.
Después de casi dos meses de medidas de fuerza y con la intervención de Provincia se logró destrabar el conflicto con ATE y se firmó un acuerdo. ¿Cómo queda el Municipio, siendo que fue la primera disputa gremial que tuvo que afrontar su gestión?
A nadie le gusta transitar tantos días de conflicto, pero cuando pasa y se supera es un aprendizaje muy importante. Fue el primero y uno ya se prepara para los posibles conflictos que vengan. Se mostraron las cuentas de la Municipalidad y lo que se recibe de Provincia y el sector gremial comprendió el presente, quizás con un tiempo de demora por falta de información. Había dos pedidos iniciales: el pase a planta permanente, que por Carta Orgánica no se puede y ellos fueron parte de esa redacción, y el reclamo de un 70% de aumento, que cuando ves los números es inviable. Trabajamos mucho en base al diálogo, con momentos de mucha tensión, y llegamos a un acuerdo en el cual hay un compromiso para continuar trabajando en la conformación del Convenio Colectivo de Trabajo, un complemento económico para las partidas para refrigerio, se incorpora a personas a nuestro programas de inserción laboral transitorio a cambio de una contraprestación limitada, se verá ver el riesgo laboral y analizará la posibilidad de armar un fondo de incentivo al trabajo municipal, que deberá trabajarse seriamente y con mucho tiempo.
Con 11 meses de experiencia y luego de haber transitado la etapa que usted mismo define de ordenamiento administrativo, con la concreción de algunas obras importantes, ¿cuáles son los desafíos para el segundo año de gestión?
Soy muy cauteloso al hablar del futuro. No hago promeses, sí tengo sueños en los cuales trabajar. Sueño con una escuela primaria nueva para el barrio de Arroyito; sueño con tener un polideportivo ya que somos una de las pocas ciudades sin polideportivo; y sueño con invertir en nuestra costa para darle un salto de calidad. Eso, obviamente, sin olvidarnos de las prioridades: tenemos que llegar con servicios básicos a los lotes entregados y debemos marcar prioridades, más cuando la sábana es corta.