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POLÍTICA

Osvaldo Bayer, un libertario en serio

Un día después de la conmemoración de la fatídica última dictadura cívico-militar, el Gobierno nacional destruyó un monumento a un libertario en serio, un anarco-libertario gigante. El tiempo le cerró los ojos a Osvaldo Bayer, evitando ver la barbarie. La figura de Bayer evoca permanentemente uno de los genocidios llevados a cabo en nuestro país: el fusilamiento de más de 1.500 obreros rurales en tierra santacruceña, allá, donde comienza la Patagonia y el mundo.

El historiador vilipendiado por el gobierno de Milei fue quien investigó aquel hecho histórico, donde estancieros usaron como su brazo armado al Ejército Argentino para reprimir la huelga de sus trabajadores, y luego asesinarlos. El Presidente está llevando a cabo lo que él denomina “la batalla cultural”, persuadido que tendrá algún resultado positivo utilizando topadoras, motosierras o cualquier elemento de destrucción. Al mejor estilo de la Alemania nazi, los falsos libertarios argentinos quieren borrar toda simbología que contradiga la historia falseada por ellos mismos.

Tuve la posibilidad de conocer al historiador Osvaldo Bayer, como miles de patagónicos, porque Osvaldo recorría cada rincón de nuestra región investigando, buscando y compartiendo historias. Y uno de esos rincones que visitó fue El Huecú, un pueblo cordillerano, bonito, que se encuentra en el norte neuquino, emplazado en el medio de dos comunidades mapuches, Mañke y Maripil. Allí se le cambió el nombre a la calle principal Julio Argentino Roca por José Mañke Cayucal, quien fuera el primer lonco (máxima autoridad política) de la comunidad mapuche.

Osvaldo Bayer se enteró del hecho y quiso ir al pueblo. Por allí también pasaron Hebe de Bonafini y Adolfo Pérez Esquivel. En un día muy ventoso del mes de septiembre del 2007, llegó Osvaldo. La hostilidad climática de la Patagonia, esa misma Patagonia que él la había definido como trágica y como rebelde, no lo sorprendía. Su ya avanzada edad no fue un obstáculo para dar una charla ágil, amena y emocionante, llena de información, a un público, que no había escuchado en forma directa a un historiador de la talla de Osvaldo Bayer.

Recuerdo, al comienzo de su exposición, con la humildad que lo caracterizaba, dijo: “vengo a contar cosas que ustedes ya saben, porque es su historia, y por eso les puedo resultar aburrido”. Lo cierto es que dio muchísima y valiosa información que todos desconocíamos. Dejó en evidencia nuestra ignorancia. Después de la charla mantuvo una reunión con las ñañas (las mujeres mayores de la comunidad), quienes mantienen viva la historia de su pueblo y la transmiten en forma oral a las nuevas generaciones. Con ellas intercambió información mano a mano. Pasaron dos semanas, y El Huecú fue noticia en el diario porteño Página 12. Osvaldo le dedicó una hermosa nota.

Personas como Osvaldo Bayer se tornan imprescindibles para entender la realidad, para no cometer los mismos errores y para no encontrarnos con un gobierno que quiere borrar la historia con topadoras.

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