El candidato del Gran Polo Patriótico (GPP), Nicolás Maduro, ganó las elecciones presidenciales en Venezuela con la mitad más uno de los votos (51,2%) y seguirá gobernando hasta 2031. Dio por tierra todos los pronósticos de las consultoras de derecha, quienes adelantaban una derrota estrepitosa de la “dictadura chavista”, como les gusta catalogar desde los medios hegemónicos de comunicación.
También habían anticipado la derrota del chavismo en el 2018, pero las urnas dijeron otra cosa también en esa oportunidad: el 67,8% de los votos escrutados respaldó a la Revolución Bolivariana. La diferencia de aquella elección con la de ayer es que, en aquella, parte de la derecha golpista no participó de la contienda electoral y decidió llevar a cabo un plan de hechos violentos para desestabilizar al gobierno; situación que fue sorteada con total éxito por parte del gobierno de Nicolás Maduro.
En la jornada electoral de ayer quedó demostrado el logro del Gobierno, porque se desarrolló con total normalidad sin ningún hecho de violencia. Casi el 60% de electores fueron a expresar su voluntad política en las urnas, marcando una alta concurrencia, considerando que las elecciones en el país caribeño no son obligatorias. El diplomático Edmundo González Urrutia, candidato de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), obtuvo el segundo puesto con un significativo 42% de los votos. El único acierto de las encuestas promovidas incansablemente por los medios de comunicación nacionales e internacionales anti-chavistas fue la polarización entre los diez candidatos entre Maduro y el candidato puesto por Corina Machado, (sancionada por haber sido parte de acciones terroristas).
Si bien el acto electoral se llevó a cabo con total normalidad, minutos después de la medianoche, el presidente del Consejo Electoral Nacional dio a conocer los resultados, aclarando que la demora obedecía a un “hackeo informático masivo”, cuyo origen sería investigado. Maduro en su discurso anticipó que el gobierno utilizará “mano dura con aquellos terroristas que atentaron contra la democracia”. Según el flamante ganador, la oposición quería que los resultados se supieran con retraso para generar un clima de zozobra entre la gente y denunciar un fraude electoral. No obstante, el propio González Urrutia tuiteó: “Los resultados son inocultables. El país eligió un cambio por la paz”.
Nicolás Maduro en su discurso ante miles de chavistas, después de haberse conocido los resultados, mencionó a una sola persona: Milei. No guardó adjetivación hacia el presidente argentino tratándolo de estúpido, bicho cobarde y nazifascista, de traidor a la Patria y perverso por el trato que le da al Pueblo argentino. Milei, a su vez, sin que hubiese datos oficiales todavía, adelantó un triunfo aplastante de la oposición, agregando “Argentina no va a reconocer otro fraude y espera que las Fuerzas Armadas esta vez defiendan la democracia y la voluntad popular”. Queda a las claras la falta de voluntad democrática, y hasta la actitud golpista por parte del primer mandatario argentino.
Lejos de fraudes, el sistema electoral venezolano es uno de los más transparentes del mundo. Mil trescientos veedores entre nacionales e internacionales, no observaron ni denunciaron una sola irregularidad, siendo auditadas el 54% de las mesas. El Consejo Nacional Electoral es un cuarto poder de la República y tuvo a su cargo las 30 elecciones que se hicieron en 25 años sin denuncias concretas que se pudiera probar fraude alguno. Los resultados se dan a conocer oficialmente cuando son irreversibles, por eso se espera hasta tener el recuento del 80% de los votos escrutados.
Los desafíos para la Revolución Bolivariana serán mantener la paz, seguir desarrollando su economía, poder lograr el desbloqueo por parte de EEUU, y profundizar la democracia directa, una especie de Presupuesto Participativo que se desarrolla en todo el territorio nacional desde este año. La oposición está invitada al diálogo, tal como lo anunció el propio Maduro en la madrugada de hoy. Se verá con el tiempo si la oposición está dispuesta a vivir en democracia.