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Los malabares de las escuelas para paliar el hambre

Claudia Tardugno se sube a su auto y empieza a recorrer los mayoristas de Neuquén para buscar precios. Es directora de la Escuela 356 y con 177 pesos por estudiante debe garantizar el desayuno o la merienda en una zona donde la emergencia alimentaria se hace sentir con fuerza: el oeste neuquino. Su objetivo, que los y las estudiantes accedan todos los días a un vaso de leche y un pedazo de pan, como mínimo.

Las auxiliares de servicio amasan las prepizas para, así, poder proporcionarles algo de queso, una o dos veces por semana. El yogurt también se da semanalmente, gracias a las donaciones de lácteos de una empresa. “Si fuera por las partidas, no alcanza. Vivimos de donaciones”, remarcó Claudia. En cuanto a la fruta, también se distribuye una vez por semana, ya que recibieron las manzanas de las chacras que gestionaron entre la Secretaría de Producción e Industria, el Ministerio de Educación y productores locales.

Aseguró que la situación es “crítica” y, por eso, el viernes pasado desde la vocalía del Consejo Provincial de Educación (CPE) les comentaron que prevén impulsar un comedor escolar en el establecimiento. Sostuvo que hace tiempo que vienen visibilizando la problemática, pues son testigo de cómo los niños y niñas acuden a las aulas sin la cena, en el turno mañana, y sin el almuerzo, en el turno tarde. Muchos se alimentan gracias a los comedores del barrio, pero no siempre dan abasto. Con angustia, contó que el lunes es el peor día: la comida escasea el fin de semana, sin centros abiertos que asistan a las familias.

 

La situación se repite en la Escuela 195, del barrio Islas Malvinas. La diferencia es que aquí sí hay comedor hace 15 años y, dado que reciben alrededor de 1 millón de pesos para más de 400 alumnos, tienen que hacer rendir al máximo la partida: la mitad, 230, se alimentan en el establecimiento.

“El comedor ha bajado bastante la calidad. Les damos carne dos veces por semana, contra tres que les dábamos antes”, contó la directora Andrea Carimán. Agregó que “años atrás se daban milanesas, ahora es imposible”. La carne la obtienen por mayor y compran sólo pulpa, que es de los cortes más baratos. Completan el menú con guisos suculentos de lentejas o arroz, con papa, pero sin zapallo porque “está muy caro”.

Se trata de una escuela con jornada extendida para el tercer ciclo, por lo que los estudiantes pasan la mayor parte de su día en las aulas. Carimán indicó que la crisis social y económica se refleja en el aumento de la demanda alimentaria. “El lunes es cuando más tratamos de tener un buen desayuno y almuerzo. Vienen exaltados, sin dormir”, relató.

Como la prioridad es el almuerzo, los desayunos y meriendas son más austeros. “El yogurt lo dejamos de dar. La leche la damos dos veces por semana y tres veces preparamos infusiones. El arroz con leche ya no lo hacemos porque no a todos les gusta y no hay que derrochar”, mencionó. El pan se garantiza todos los días, pero a veces deben endeudarse para que cada niño y niña tengan su ración. Al igual que en la Escuela 356, optimizan el queso con la elaboración de pizas.

En Aluminé, Natividad Caitru, directora de la Escuela 165 con jornada extendida, también recorre la localidad en busca de precios. No tiene vehículo, así que se va caminando hasta el mercado más lejano y comienza a comparar costos. Aprovecha los sábados, ya que los días de semana tiene otras tareas. La última partida fue de $2.135.450 para una matrícula de 273 estudiantes, 30 docentes y 14 auxiliares de servicio.

“Tenemos que organizarnos muy bien porque con el dinero que llega no logramos abastecernos”, comentó. Indicó que dos veces por semana cocinan carne roja, dos veces pollo y un día a la semana elaboran un plato abundante con verduras.

Caitru remarcó que este menú variado y nutritivo es posible porque únicamente están asistiendo al comedor los alumnos de tercer ciclo. Como sólo tienen un tanque de agua, ya que el otro está roto desde el verano y aún no se arregla, se ven limitados en el uso del recurso para las gestiones dentro de la cocina. Por eso priorizan a quienes tienen jornada extendida y pasan muchas horas en la escuela. “No sé cómo vamos a hacer cuando empiecen a ir todos”, señaló.

En cuanto a la merienda y el desayuno, los auxiliares de servicio hacen el pan para hacer rendir el presupuesto. Lo completan con dulces y mermelada y se acompaña con té, matecocido o leche. El queso y el yogurt se consideran artículos de “lujo” y se dan una vez al mes. La “fruta de calidad que llega a Aluminé” se reparte todos los días a quienes cursan más horas.

Crece la demanda alimentaria en las escuelas secundarias

Como ninguna escuela secundaria de Neuquén tiene comedor, según indicó el vocal en representación de la comunidad, Maximiliano Del Río, los directivos administran las partidas para garantizar el desayudo y la merienda.

La directora del CPEM 40, Analía Galván, en julio recibió una partida de $1.195.112 para una matrícula de 545 alumnos. “Las compras las hago yo con mi auto. Voy a los mayoristas, porque a través de proveedores es más caro”, resaltó. Así, después de recorrer y buscar precios, elabora un “menú variado”. “El lunes les damos pan con manteca, martes pan con queso, yogurt una vez por semana. Antes les dábamos huevos, pero ahora imposible”, indicó. Agregó que lo acompañan con leche o las infusiones clásicas, aunque también comenzaron a implementar la malta.

Galván, al igual que Del Río, señaló que habría que comenzar a pensar en la posibilidad de gestionar comedores en los colegios secundarios, ya que los estudiantes manifiestan la necesidad de un refrigerio más consistente. La directora del CPEM 40 observó que, en los momentos de mayor concentración de estudiantes por los contraturnos, no dan abasto y la comida no alcanza para todos. “Se amontonan por el pan. Las aulas del fondo no siempre llegan”, comentó.

Si bien siempre hubo contraturnos, Del Río remarcó que la nueva curricula exige a los alumnos permanecer más horas en los establecimientos. Sin almuerzo, frente a un contexto económico complejo, no todos tienen los medios para garantizar su alimentación. “La secundaría debería tener comedor a esta altura. Se sigue pensando en la escuela vieja”, enfatizó.

La directora del CPEM 19, Paula Carabajal, sostuvo que hoy no están dadas las condiciones, pues cuestionó que los directivos hayan asumido la administración de las partidas para refrigerio. “Como ellos se lo robaban, nos lo cargan ahora a nosotros. Tenemos que hacerle los números al Gobierno para que les cierren redonditos. La responsabilidad siempre recae sobre el docente”, reprochó.

Administrar las partidas para refrigerios, un trabajo invisibilizado

Los directivos consultados por Intempestiva aseguraron utilizar sus propios recursos para gestionar las partidas por refrigerios. Los fines de semana suelen aprovecharlos para recorrer mayoristas y supermercados con el objetivo de hacer rendir cada peso. “Nadie me paga la nafta”, recalcó Galván, al igual que las horas extras que destinan a la tarea. Carabajal, por su parte, recordó que el seguro no les garantiza cobertura si les sucede algo durante el trayecto.

Además, mencionaron que en parte deben relegar lo esencial, que es lo pedagógico, porque es necesario atender las vulnerabilidades que atraviesan las infancias. “Dentro de nuestro rol no estaba ir a hacer las compras y, si te ponés normativista, no está. El rol es pedagógico. Nuestro tiempo lo deberíamos usar para planificar, elaborar talleres, pero no podemos porque nos la pasamos tapando agujeros”, cuestionó Galván.

Sin embargo, aseguran que el compromiso con sus estudiantes no les permite otra opción. “No lo podemos dejar de hacer, los niños nos necesitan. Es exhaustivo, muy cansador, te agota mental y físicamente. Te desespera ver a los niños con tantas necesidades”, aseveró Tardugno.

 

Martínez: “Aumentamos las partidas un 300%”

La ministra de Educación, Soledad Martínez, sostuvo que el Gobierno que lidera Rolando Figueroa se ha concentrado en mejorar la situación de las escuelas. “Lo importante es el volumen total de los montos. Actualizamos más del 300% los valores históricos que existían”, afirmó.

La funcionaria remarcó que los vocales gremiales del Consejo Provincial de Educación aprobaron esos valores el año pasado y son los mismos que se quejan hoy. “Hay un sector sindical que dice que los aumentos están desdibujados y que no son tan importantes, pero en seis meses aumentamos un 300% las partidas para refrigerio. Si el punto de partida era insuficiente, nosotros no fuimos parte”, insistió.

Indicó que los montos de agosto ya iban a reflejar un incremento del 25% y que, en septiembre, el aumento será de un 50%. Reconoció que, si bien, “acá no está para tirar manteca al techo”, hay una clara intención del Gobierno de mejorar la situación de la educación en Neuquén. Añadió que se percibirá un crecimiento progresivo en los porcentajes, hasta final de año.

 

Por su parte, el vocal por la Comunidad recalcó: “No alcanza, por más que se hayan aumentado, la base siempre fue muy baja. Hay un aumento nominal, pero no es un aumento real. Nadie puede hacer una merienda con 120 pesos o un almuerzo con 500 pesos”.

Fany Mansilla, vocal gremial por Rama Inicial, Primaria, Especial y Adultos en el CPE, recordó que desde septiembre del año pasado no se actualizaban las partidas, por lo que los montos siguen estando “muy defesados” y no bastan para la demanda. “Lo que pasa es que los equipos directivos están acostumbrados a hacer rendir los ingresos”, comentó.

Por otro lado, recalcó que las partidas generales son insuficientes, ya que la mayor parte se va en artículos de limpieza. Indicó que el Gobierno incumplió un nuevo acuerdo en el que se comprometió a proporcionar una partida didáctica. Martínez, por su parte, aclaró que “se está analizando” y que no hay incumplimiento, pues no estaba previsto. Sí recalcó que la intención es concretarlo.

Este fue un punto en el que hicieron hincapié los directivos consultados por Intempestiva, ya que una gran porción de las partidas generales se destina a lavandina y líquido para lampazos. Natividad Caitru, directora de la Escuela 165, resaltó que como tienen talleres de carpintería, huerta, costura, entre otros, el dinero de la partida no alcanza para reunir los materiales necesarios. “Se hace mucho esfuerzo desde la comunidad educativa. No podemos comprar ni una cinta scotch”, relató y subrayó: “La escuela cuenta con un recurso humano muy valioso, sus docentes, que ponen toda su creatividad ante la falta de recursos”.

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