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ESTAMPAS DEL SUR DEL MUNDO

Leer y escribir en Neuquén

En tiempos aciagos es preciso preservarse del desasosiego reinante. Entre otros recursos que pueden echarse a la mano para no caer presa de la angustia y desesperación existe el de la lectura. 

Al abordar un libro, por ejemplo, el lector, si es captado en su atención por las líneas que recorre, se sitúa en un territorio que pareciera protegerlo de las agresiones reinantes del afuera, como si se tratase de una burbuja de comunión con su propio íntimo ser, en una situación que suele lucir, a veces, casi mágica.

En un mundo y tiempo, atroces en variados sentidos, no siempre están las personas que se buscan al lado de quien sufre. Las frecuencias entre humanos no pocas veces expresan incomunicación y falta de empatía, aun entre quienes se supone son seres próximos por familia o por amistad. 

Ingresar al mundo de la lectura puede sino suplir, al menos morigerar, a veces en gran parte, aquella carencia que un poeta definía como “la sed de amor y besos”, por ejemplo, entre otras demandas del alma.

En otras palabras, ponerle el pecho a la soledad y no morir en el intento.

En el terreno práctico, cuando se aduce que los libros son muy caros, se olvida que existen en Neuquén las maravillosas Bibliotecas Populares, instituciones que cada barrio en general atesora y en las cuales, por una ínfima cuota mensual, se puede acceder sin más costo que ese aporte a una rica variedad de títulos.

Entonces, si se recuerda que el leer ensancha la existencia espiritual, aportando conocimiento y emoción, sumando la ampliación del vocabulario propio (incorporando las palabras que nos permiten sacar a la luz lo que por dentro pugnaba por emerger), se tiene allí un arma formidable contra la desazón circundante. Lo que no significa desconocer la realidad, sino preservarse para sortear la atmósfera de derrota y resignación al espanto que se pretende inocular desde quienes digitan los hilos del poder.

Hay en Neuquén lugares que esperan a quien tiene sed; bibliotecas, grupos culturales, encuentros y talleres literarios, que ensamblan el leer con el escribir, más la pintura, el teatro y la música.

Leer para encontrar que no estamos solos, solas, aunque la sensación de esa orfandad del alma nos abofetee el rostro a cada instante. Saber que alguien, en algún tiempo y lugar -más allá de la indiferencia de nuestro (repetidas veces) cruel entorno- nos envió una señal de empatía, de amor, para que en determinado momento nos encontremos con la respuesta a esa suerte de botella al mar entre las líneas de un poema, una narración o una novela.  

El leer, a veces, colabora -con quien descubre la sensación de gratitud de su alma al conmoverse con un texto- para que tal vez surja la propia necesidad de escribir y de dejar constancia en un papel del sentir que se quiere expresar (quizá porque, aunque no tenga conciencia del mecanismo ni por qué sucede, ocurre que al desahogarse en palabras alivia en su persona parte de la carga del existir).

Hay en Neuquén lugares que esperan a quien tiene sed; bibliotecas, grupos culturales, encuentros y talleres literarios, que ensamblan el leer con el escribir, más la pintura, el teatro y la música.

Allí, en esos bastiones de resistencia, puede abrevar el neuquino, la neuquina, en tanto persista el azote de la impiadosa sinrazón que nos rodea y también después, cuando los primeros rayos de sol comiencen a filtrarse desalojando la oscuridad.

  • Alejandro Flynn – uno que escribe

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