La llegada de Javier Milei ha significado un enorme retroceso para las bibliotecas populares, las cuales subsisten como pueden y se aferran a las redes comunitarias para no desaparecer. La crisis que atraviesan es notoria y nadie se atreve a pronosticar cómo será mañana. El día a día les impide proyectar a corto o mediano plazo. Saben que las políticas de pobreza, la quita de subsidios, la búsqueda del déficit cero a cualquier costo y la eliminación de programas indispensables calaron hondo y destruyeron gran parte de la construcción colectiva tejida durante años. Pero también son conscientes de que estos siguen siendo espacios claves para resistir y doblegar los ataques de la derecha más extrema, principalmente los referidos a lo simbólico.
“La llegada de Milei es lo peor que nos podía pasar. Es destrucción en estado puro”. Las palabras de Nadia Ramírez, vocal en la biblioteca Eliel Aragón, ubicada en el Oeste neuquino, son parte de una melodía que resuena en muchas de las biblio de Neuquén y alrededores, donde es visible y palpable la falta de ayuda de los gobiernos nacional, provincial y municipales.
La mayoría tiene claro el presente y sabe que la herramienta más eficaz para vencer al odio es la unión y el trabajo en comunidad. “Tenemos que trazar lazos porque la resistencia siempre es colectiva”, dijo Ana Seijo, secretaria de la Kique Sánchez Vera, quien comentó que este duro presente obligó a repensar la función de una biblioteca y a trabajar en iniciativas más solidarias con la finalidad de arropar a una sociedad desprotegida.
“Es increíble que estemos como estamos cuando todo lo que nos corresponde proviene del juego, con todo lo que se recauda”, resaltó Miriam Beresztein, secretaria de la Jorge Fonseca, de Centenario, un espacio que mantiene bien alto las banderas de la justicia social y la defensa irrestricta de los Derechos Humanos. Afirmó que lo más preocupante no es lo que dice o piensa el presidente, sino la falta de sociabilización de la gente y reunión comunitaria. “Lo que más me pone en alerta es ver cómo los libertarios trabajaron el cambio de sentido de comunidad y solidaridad”, aclaró.
Ingresos por el piso, recursos insuficientes y chau subsidios
La falta de ingresos que golpea a las bibliotecas desde hace meses se traduce en la imposibilidad de brindar talleres como acostumbraban, en la reducción de horarios de atención al público, en la ausencia de personal calificado, en la actualización de libros, en la renovación de material indispensable y en una muy baja recaudación societaria. Este ahogo es aún mayor con la ausencia estatal. A los ya recortes de Nación, que eliminó casi todo y lo que no lo eliminó lo mantiene congelado a números del año pasado, se le suma la insuficiente ayuda de Provincia y de los municipios. Hoy, más de la mitad de estos espacios quedan al margen de esas contribuciones. Según cuentan desde las bibliotecas, los fondos son irrisorios, los requerimientos son muy burocráticos y muchas veces el aporte no llega aun haciendo todo al pie de la letra.
“El aporte del Estado lo necesitamos, pero como no llega lo suficiente se nos ocurren campañas solidarias de venta. No es que nosotros tengamos como propósito hacer colectas, pero no nos queda otra”, contó Nadia, quien aclaró que hasta fines del año pasado los gatos generales de la Eliel se cubrían con lo que recibían en concepto de subsidios, pero desde diciembre el aporte de Nación y Provincia sólo les alcanzó para subsistir cuatro meses. El resto, es día a día. “Hoy, el presente es este, lo que pasará el año que viene no lo sabemos”, aseguró.
“Provincia no nos dio un peso. Nos reconoce, pero aún no nos ha dado nada. Estamos en noviembre y cuando llegue el dinero, si es que llega, será ejecución 2024 y el año ya habrá pasado”, cuestionó Miriam, quien mencionó que lo único que reciben es un aporte del Concejo Deliberante de Centenario y que es utilizado para pagarle a la única persona que cobra en la biblio.
“Los espacios de gestión cultural están siendo vapuleados porque desde los diversos organismos que garantizaban la supervivencia de estos espacios no han hecho los aportes necesarios para que podamos funcionar como tal”, remarcó Eliana Durán, presidenta de Espacio de Libertad, biblioteca ubicada en Valentina Norte, a metros del aeropuerto. Contó que hoy no cuentan con ningún tipo de subsidio y cuestionó, como lo hicieron desde los demás espacios, que muchas veces los trámites administrativos para adquirir dichos subsidios “son engorrosos” y dependen de una gran predisposición de las personas que integran las comisiones directivas.
Si bien la Kique en lo que va del año recibió un poquito más de un millón de pesos, es un dinero muy inferior al que venía recibiendo. Además, como le ocurrió al resto de los espacios, este año no contó con el subsidio libro por ciento, el programa a través del cual la Conabip (Comisión Nacional de Bibliotecas Populares) entregada un aporte para que las bibliotecas concurrieran a la Feria del Libro de Buenos Aires y adquirieran ejemplares al 50 por ciento. “El presente es muy difícil, pero decidimos abrir para decir presentes”, comentó.
Otro de los problemas recurrentes en las bibliotecas es la falta de recurso humano, ya sea bibliotecarias o personal que pueda trabajar con cambio de funciones. Este viejo reclamo de las comisiones directivas no tuvo respuesta durante las últimas gestiones del Movimiento Popular Neuquino y, por el momento, tampoco ha sido una preocupación del gobierno que encabeza Rolando Figueroa.
Tejer redes para resistir
Aún falta mucho camino libertario por recorrer y quienes participan activamente de estos espacios lo saben. Por eso apuestan al apego y al trabajo comunitario. “Si no rescatamos el sentido de lo colectivo pierde el sentido de ser de una biblioteca. Para impedir que sigan ganando estos modelos, debemos recuperar el valor del otro y el de la solidaridad. Milei es Milei, pero Milei es una consecuencia y nuestro deber es tejer redes, por abajo, abrazando a la discapacidad, a la salud mental y al otro”, aconsejó Miriam.
“Milei implica destrucción y desprotección. Si bien lo económico es fuerte y crudo, nosotros nos centramos mucho en la destrucción de lo simbólico: todo lo que significa destruir el acceso a la información pública, que es lo que hace una biblioteca popular, es tremendo”, explicó Nadia y agregó que “quienes participamos en una biblioteca popular sabemos que para muchas y muchos aprender a leer es dignidad y achicar la brecha de la igualdad. Estamos convencidas que desde este Estado se pretende gente ignorante, pero desde acá estamos dispuestas a darles las batallas necesarias para impedir que esas políticas de miseria destruyan lo conquistado, a pesar de los constantes ajustes, recortes y ataques discursivos”.
“Las bibliotecas encuentran un espacio de resistencia en lo comunitario, en ayudas mutuas y en formar redes mucho más amplias que la de su propia ubicación geográfica”, aclaró Eliana, quien remarcó que a pesar del crudo presente desde el espacio intentan establecer, a través de las redes sociales y de las propuestas culturales, “distintos intersticios donde colarnos y poder ofrecer alternativas de reflexión, de pensamiento y de encuentros a los ataques de los pensamientos fascitas y de los sistemas totalitarios que piensan que somos un gasto y no nos piensan como lo que somos”.
Ana, por su parte, dejó claro que resistir es proponerse derrotar el individualismo y sostenerse. “Para las bibliotecas, este Gobierno es la crueldad viva, la injusticia más extrema y la destrucción de lo colectivo. Es un momento de incertidumbre y debemos apostar a las articulaciones interinstitucionales. Es momento de trazar lazos porque la resistencia es colectiva”, cerró.
Estos once meses fueron tremendos, en todo sentido. La crisis se profundizó y el futuro de las bibliotecas dependerá mucho de la presencia estatal. La pregunta que emerge es saber si estos espacios ocuparán en 2025 las agendas y presupuestos de los gobiernos.
ESPACIOS DE FORTALECIMIENTO Y CONTENCIÓN
La participación societaria es una preocupación de las bibliotecas. También el mantener el padrón de activos, dado que la cantidad de socios inscriptos es muy dispar a la cantidad de las y los que aportan. Las cuotas varías entre los 1000 y 2500 pesos. También difieren los horarios de atención, dependiendo el personal, y las actividades que se realizan. Muchas de esas acciones son realizadas por quienes están en las comisiones, una manera de darle vida al espacio y que no esté vacío.
Hay algunas que brindan clubes de lecturas, talleres de cerámica y artísticos, actividades deportivas y encuentros con otras organizaciones. Algunas de estas actividades son gratuitas y otras se cobra algo simbólico que queda en la biblioteca o se comparte con la o el tallerista. También se organizan charlas, debates y ciclos de cine.
RELEVAMIENTO Y PROMESAS DE AYUDA
Hace dos meses, desde Provincia se informó que el Gobierno ejecuta acciones para fortalecer a las 47 bibliotecas populares que se encuentran distribuidas por todas las regiones neuquinas, de acuerdo con el relevamiento realizado por la dirección de Bibliotecas Populares.
Desde la Secretaría de Cultura, Inclusión y Gestión Comunitaria se indicó que, en base a la categorización establecida según la Ley Provincial 3040, se definen los aportes económicos que se le otorga y se hizo saber que, además de lo económico, trabajan para ayudar a las bibliotecas a pagar distintos servicios indispensables para funcionar.
En ese mismo comunicado, el Gobierno detalló las funciones que llevan adelante estos espacios, que no tienen que ver sólo con la lectura sino también el aporte que hacen a la comunidad con acciones sociales, pero en ningún momento se mencionó el monto que se dispone para cada una de ellas ni el presupuesto general.