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INFORME ESPECIAL

En primera persona

La conmemoración de este Día del Trabajador y la Trabajadora tiene muchos puntos posibles de análisis. También algo en común: lo difícil que es ser laburante en la era Milei. Van cinco meses de gestión y su plan no da respiro. Los ataques a la clase obrera son abrumadores y no hay sector que quede exento. El contexto es tremendo y la realidad, muy cruda. Desde Intempestiva te mostramos historias de carne y hueso; historias de personas que padecen la políticas de Javier Milei y que son víctimas de su odio, de su licuadora y de su motosierra. Lo que viven estas cuatro personas es el reflejo de lo que siente el innumerable número de trabajadoras y trabajadores neuquinos.

 

“Milei es el enemigo del pueblo”

Laura Lagos es nacida y criada en Neuquén. Su hablar es pausado y selecciona una a una las palabras justas antes de compartirlas. Arma conceptos claros y sentidos que colaboran para entender la realidad. Es hija de mamá ama de casa y papá albañil, es la primera de la familia en egresar de la universidad pública y desde hace 20 años trabaja como docente en el Jardín 49. Fue preceptora, maestra de sala, directora y hoy decidió volver al aula. Le gustan las ciencias sociales y las humanidades porque las considera herramientas clave para formar sujetos pensantes. Vive con su gato Fidel y se define como mujer, latinoamericana, peronista, bailarina, profe de danza, educadora y feminista.   

“Estamos viviendo un momento inesperado y el aula nos permite ayudar a pensar y a pensarnos”, afirma. Luego de masticar bien lo que quiere decir, agrega que “este Gobierno busca aniquilar todo lo que tiene que ver con la educación y con la cultura. Con la educación, porque es la que nos ayuda a entendernos y a entender nuestra realidad; y con la cultura, porque es la que nos ayuda a construir y a ver otros mundos posibles. Y a este Gobierno no le conviene ni seres pensantes ni seres que puedan tener la capacidad de crear”. 

Enumera algunos movimientos que sucedieron desde el paro nacional de enero hasta la multitudinaria marcha en defensa de las universidades públicas, y ahí se detiene. Dice que esa congregación de estudiantes, docentes y egresados movilizó cimientos, porque reunió a distintas generaciones y porque abre puertas de esperanzas. “La calle es la herramienta de lucha que tienen los pueblos de hacerse escuchar y de defender sus derechos”, señala y describe tres cosas que observó durante la manifestación, suficientes para tocarle sus fibras más íntimas: carteles genuinos con frases como “soy la primera generación en llegar a la universidad pública”, que la remitieron a su momento de universitaria; el mensaje de su sobrino para invitarla a marchar y las imágenes de los obreros del Chaco cantando la consigna de que la universidad es de los trabajadores, que la transportaron a los inicios del peronismo.

Los cinco meses de la era Milei han sido eternos. Este 1 de Mayo no será uno más y Laura lo reconoce: “Vamos a vivir un 1 de Mayo de lucha y de conciencia de clase en defensa de un Estado presente”, aclara. También asegura que hay que levantar bien alto las banderas de la clase trabajadora, que es momento de evaluar en qué condiciones laborales estamos y en qué condiciones está nuestro país para organizarnos colectivamente y profundizar la lucha. 

– ¿Quién es Javier Milei? – le pregunto antes de despedirme.

– Un nefasto, responde con lo primero que se le viene a la mente. Se toma unos segundos y agrega: es alguien que vino a quitarnos derechos, es el enemigo del pueblo.

 

“Sueño con que vuelva el peronismo”

 

El día a día en la vida de Emanuel cambió abruptamente hace poco más de un mes. Trabajaba en la oficina que la ANSES tiene en el oeste neuquino bajo la modalidad contrato anual, que había sido renovado en diciembre pasado. El miércoles 22 de marzo fue su último día. De ahí en adelante empezó a tirar curriculum por distintos lugares y hace cuentas para afrontar los gastos del mes próximo, con dos hijos en edad escolar y un alquiler. La situación de él es similar a la de decenas de personas en toda la provincia, quienes son parte de la motosierra y el desguace que lleva adelante el gobierno nacional. 

Emanuel milita en el peronismo desde que era estudiante en la EPET 14 y cree que su baja no se debe a la portación del apellido Ungar, aunque por los pasillos se mencionaba que los criterios tenían que ver con perfiles relacionados a la política. “Fue motosierra”, asegura convencido y agrega: “Hoy quedé en la calle y es tremendo”.

Emanuel destaca el trabajo que se hace desde la sede para resolverle a la gente rápidamente sus inquietudes. Aclara que con los cinco despidos se desarticuló la capacidad operativa de la oficina, descarga contra los legisladores provinciales y nacionales por no dar la cara, y sabe que es difícil que sean reincorporados a pesar del trabajo que realizan los gremios. 

“Milei busca la destrucción del Estado, se quiere llevar por delante la Patria”, dice mientras se limpia la espuma de café con una servilleta para luego reflexionar sobre el presente y el futuro más cercano: “Si la política no resuelve las contradicciones que están a la vista, y que son muchas, termina pasando lo que pasó: gana un Milei y después hay que reconstruir todo. Pero bueno, esa ha sido la tarea históricamente del peronismo”.

“Es la primera vez que no estoy trabajando un 1 de Mayo. La pasaré muy mal desde mi propia realidad, pero muy mal porque soy militante y no soy el único desempleado. Eso causa mucho dolor; no sólo por los que nos hayamos quedado sin trabajo en esta etapa, sino por todos los que ya venían sin trabajo anteriormente y que son muchísimos. Hay responsabilidades por todos lados y esas responsabilidades llevaron a un país sumido en la pobreza”, asiente en una breve oración que desprende varios mensajes. Dice que es momento de juntarse, hacer una profunda autocrítica, organizarse y pensar en dar respuestas reales. 

Empieza a hablar de política y no corta. Habla del peronismo y los ojos pasan a ser el centro de su rostro, por sobre su tupida barba. Pone lo colectivo por sobre lo individual y asegura que el desguace de Milei excede a la ANSES. Hablamos del 2001, de la década ganada, de los pibes, de la pandemia y del voto castigo. También de sueños. Y ahí Ema, como le dicen, es contundente: “Sueño con que vuelva el peronismo; la patria grande, justa, libre y soberana. Milito para la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria”. Un sueño que deberá esperar, como mínimo, más de tres años.

 

“No somos felices como éramos hasta el 10 de diciembre”

 

Carmen y María son hermanas. Nacieron en Chile, vivieron en Temuco y están en Neuquén desde hace cuatro décadas. Llegaron en busca de un futuro que les era negado en el vecino país y acá, a base de mucho trabajo, consiguieron lo que soñaron: una familia y casa propia. Transitaron momentos malos y muy malos. También fueron felices, muy felices. En pasado, porque esa felicidad plena tuvo fecha de vencimiento: el 10 de diciembre, cuando Javier Milei llegó a la Presidencia.

“Nunca viví lo que estamos viviendo hoy. Van cinco meses y es imbancable lo que estamos padeciendo”, dice Carmen Millapi, la mayor, con su mirada fija y ceño fruncido. Enumera uno a uno los tormentos que padecen desde que se levantan hasta que llega la hora de descansar y se pregunta “¿hasta cuándo vamos a aguantar a este presidente?”. 

“Milei es una basura y lo grito a los cuatro vientos. Quienes lo votaron quisieron buscar un voto castigo y nos castigaron a todos”, agrega María Millapi, con su mirada perdida en el horizonte y una fina voz que sale como flecha. Cuenta que hace cuatro meses no come asado, algo que compartían naturalmente todos los domingos en familia, y que si hoy compra un pedacito de carne tiene que dividirlo en cuatro para hacerlo rendir. Sabe que cada mes será peor y se lamenta por no poder darle pequeños gustos a sus tres nietos, como comprarles un yogurt.

Se miran y se entienden. Escuchar a una es saber lo que piensa la otra. Ambas viven del trabajo doméstico y se definen como obreras. También dicen ser solidarias, defensoras y amantes de Argentina, perseverantes y cristinistas. Les brillan los ojos y desprenden sonrisas al hablar de la ex presidenta. “Cristina nos sacó del basurero y Milei nos está llevando de nuevo al basurero”, afirma Carmen con contundencia y desmenuza parte de una etapa de su vida en la que los días se esfumaban juntando cartones para subsistir. 

“Hoy no nos alcanza con lo que ganamos, está todo pésimo. Hasta diciembre nos alcanzaba para vivir dignamente, hacer alguna obrita en la casa y hasta para poder ahorrar unos pesitos. Hoy es todo para los servicios y la comida. Ya no trabajamos para nosotras”, se lamenta y María remata: “Con este gobierno se vive una enorme tristeza; una trabaja y trabaja, limpia, cocina y plancha pero ya nada te alcanza”.

Las dos saben que este 1 de Mayo no será una celebración como la de años anteriores. Lo saben ellas y se lo hacen saber a sus cuatro hijes y cuatro nietes. Son conscientes que no es momento para bajar los brazos y entienden que la salida es con más educación pública, de manera colectiva y con lucha. Eso es lo que les marca el camino. Se abrazan, cruzan lentamente la calle Abraham y se pierden en el interior de Cordón Colón, uno de los sectores del barrio Islas Malvinas, el barrio que las cobija desde hace más de 30 años.

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