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OPINIÓN POLÍTICA

El último triunfo electoral de Juan Perón

El 23 de septiembre de 1973 Juan Perón compite por tercera vez en elecciones presidenciales. Será la última contienda electoral en la que participe y, como ocurrió en el 24 de febrero de 1946, igual que el 11 de noviembre 1951, resultó un claro triunfador. El 12 de octubre vuelve a ocupar la Casa Rosada. Esta vez lo hace acompañada por una mujer en la vicepresidencia. Su esposa María Estela Martínez es la otra integrante de la fórmula elegida por un electorado que se volcó masivamente a votar por ambos candidatos. Ganó en todos los distritos del país. Al binomio Perón-Perón le falto unas décimas para llegar al 62 por ciento de los sufragios registrados. Con la suma de 7.359.252 votos se impuso sobre el candidato Ricardo Balbín de la Unión Cívica Radical, un histórico oponente al peronismo.

La ventaja obtenida por Perón sobre el radical fue de casi cuatro millones y medio de votos. 1973 parecía repetir la historia de 1951 cuando Perón se impuso sobre el mismo radicalismo que también llevo como primer candidato a Balbín. La diferencia en ambas contiendas fue de más de treinta puntos porcentuales. Sin embargo, el país que afrontaba ese segundo momento del peronismo triunfante ya no era el mismo.

Perón junto a su mujer, ganaron las elecciones del 23 de septiembre llamadas tras la renuncia de Héctor Cámpora a la presidencia. Renuncia que despejaba el camino para el retorno de Perón al poder. En seis meses los peronistas habían ganado dos elecciones presidenciales. 1973 fue el año que puso fin a un largo ciclo de prohibiciones para el peronismo. No solo sobre su principal artefacto político, el Partido Justicialista, también a la que había afectado a su máximo líder. La asunción de Cámpora el 25 de mayo de ese año vino a clausurar un ciclo de alternancia de presidentes radicales de una democracia con exclusiones y gobiernos militares. En esos dieciocho años tanto unos como otros habían intentado pactar con parte del peronismo. Todos fracasaron. El último de esos entendimientos vendría con un militar de estirpe “gorila”, como se decía entonces. Alejandro Agustín Lanusse fue quien inició el camino que llevó a las elecciones en la que Perón obtuvo su último triunfo electoral.

El tema del vice: Juan Perón, ¿con Perón?

Para las elecciones que llevaron al retorno de Perón a la presidencia la búsqueda de un segundo que lo acompañe como vice resulto un enorme problema para el movimiento que él había fundado hacia tres décadas. En 1973 Perón no solo era una persona añosa, su cuerpo estaba afectado por varias enfermedades. Quien lo secundara en el binomio podía transformarse en su heredero, tema novedoso para un movimiento político fuertemente personalizado y carismático. Gobernar en soledad era la fórmula perfecta de Perón, siempre que contara con una segunda línea de dirigentes eficiente y de lealtad comprobada. Los años de su primera presidencia habían demostrado que esa fórmula resulto exitosa. Durante la segunda las cosas fueron distintas, sobre todo por una oposición destituyente.

Con el retorno del peronismo en 1973 de la mano de Cámpora una de los temas en discusión era si se podía transferir el carisma, cuestión que se había puesto a prueba durante los años en que Perón vivió su prolongado exilio. En ese tiempo, muchos habían impuesto la lógica del carisma disperso con la aparición de lideres provinciales que dieron nacimiento a los llamados neoperonismos.

En 1973 se llegó a pensar en una fórmula con el radicalismo para un proyecto de unidad nacional. Algunos imaginaron que Perón estaba dispuesto a participar del binomio al mismo Balbín, otra persona añosa. Nada de eso sucedió, de la misma manera que la promoción de otros candidatos. La historia de las vicepresidencias de Perón había dejado un sabor semiamargo. El primero, el radical Hortensio Quijano que fue reelecto en 1951 muere en el ejercicio del cargo. En 1954 se convoca a elecciones para ocupar esa vicepresidencia vacante. El candidato de ese año fue Alberto Teisaire, un militar que termino siendo recordado por su deslealtad hacia Perón después de la Revolución Libertadora.

En 1973 Perón busca alejarse de las presiones del ala izquierda de su propio movimiento y termina proclamando a su compañera conocida entonces como Isabel. La ortodoxia del justicialismo avala esa candidatura en un congreso partidario. Muchas de las voces de entonces quisieron comprender el papel de Isabelita señalándola como la punta de lanza del momento en que un Perón resbaladizo y viejo había sido cercado por la derecha ortodoxa. Otros, en tanto, quisieron bajarle el precio a su rol político resignándola a un papel por demás secundario en la vida de Perón. Sin embargo, fue más que una esposa encargada del mundo doméstico o dedicada a atender la salud del viejo dirigente.

La historiadora María Sáenz Quesada, en un trabajo sobre la última compañera de Perón se preguntaba: “¿por qué Isabel Perón resulto acreedora de tanto olvido y destrato, mientras que Perón y Eva Duarte ocupan el sitio de honor dentro del relato peronista?”. La biografía de Isabel, al menos de los años que vive con Perón, resulta por demás reveladora de porqué termina siendo la candidata a vice y luego ocupar la presidencia hasta el golpe militar del 24 de marzo de 1976. Es cierto, como dice Sáenz Quesada que, si se observa su biografía desde la óptica del feminismo, “ella cumplía un papel de sabor añejo en su condición de esposa y compañera del líder carismático”. Además, su historia tiene la sombra de la misma Eva Perón, que aún muerta, sigue teniendo un enorme papel simbólico en la narrativa peronista.

La elección de Isabel Martínez a la vice fue precedida de un proceso de educación política dictado por el mismo Perón. No solo presencia las reuniones en la residencia madrileña en Puerta de Hierro, también es enviada como emisaria del mismo Perón en varias oportunidades al país mientras duró el exilio de su esposo. Eso le permitió conocer y hacerse conocida por los hombres y mujeres del peronismo, haciendo que su voz, aunque en parte delegada, fuera escuchada. En definitiva, Perón hizo de su esposa una de las piezas claves de la acción política dirigida a los peronistas. De allí que fue obteniendo suficiente espacio en la medida que Perón recuperaba y ampliaba su legitimidad como un actor político central de la Argentina de fines de los años sesenta y principio de los setenta. Según Juan Abal Medina, Perón le habría confesado que pensaba en Isabel como candidata a fin “de poner de segundo a alguien que sea una derivación mía”.

Terceras presidencias peronistas

En su larga historia como movimiento político los peronistas, han sumado las presidencias de Perón, Perón, Cámpora, Lastiri, Perón, Perón, Menem por dos, los numerosos peronistas del período diciembre del 2001 mayo 2003, Kirchner, otra vez Cristina Fernández por dos, Alberto Fernández.

Presidencias largas las de Perón, Menem y Cristina Fernández. Sólo esta última estuvo cerca de empatar al primer Perón con un tercer tiempo. La historia de estas terceras presidencias para el peronismo ha dejado un saldo impensado por sus principales protagonistas.  Lo que siguió a cada uno de ese tercer tiempo parece proponer un nuevo de antiperonismo extremo y en condiciones de desmantelar su proyecto histórico.

Gabriel Rafart- Profesor de Historia. Docente en la Universal de la Universidad Nacional del Comahue y en la Universidad Nacional de Río Negro.

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