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OPINIÓN

El subsuelo de la Patria

El subsuelo de la Patria volvió a sublevarse, como dijera Raúl Scalabrini Ortiz, para describir la movilización popular del 17 de octubre de 1945, donde miles de trabajadores salieron a las calles para exigir la liberación de Juan Domingo Perón. El subsuelo hace referencia a que existe un estrato social profundo de la Nación, que protesta contra la opresión del poder económico.  El concepto de justicia no se puede manipular desde ese poder, quien genera todas las injusticias existentes. Los medios de comunicación hegemónicos machacaron en forma permanente para que la figura de Cristina Fernández quedase vinculada a la corrupción. No obstante, es evidente que pervive una masa crítica que surge de ese subsuelo, que no cayó en la trampa del discurso dominante.

San José 1111, el actual domicilio de la ex presidenta Cristina Fernández, evitó el escarnio público preparado por la mafia judicial y mediática. Desde la decisión de proscribir a la ex presidenta, tras su anuncio de ser candidata a diputada por la provincia de Buenos Aires, aquella dirección del barrio porteño Constitución fue colmada de gente con bombos y platillos, que hicieron bailar a la mayor líder de la oposición en el balcón de su departamento. La simple expresión corporal, como bailar, generó comentarios de odio en todos los medios gorilas y hasta confusión en los mismos magistrados al momento de establecer qué es lo que puede o no puede hacer la condenada.  Será por eso que en la plaza se leía un cartel: “Ella baila, ellos tiemblan”.

Lo cierto es que, nuevamente, la movilización popular le marcó la cancha al poder económico concentrado, que alguna vez se llamó “oligarquía”. El más de un millón de argentinas y argentinos movilizados a lo largo y ancho del país logró que la ex presidenta no tuviera que concurrir a Comodoro Py, donde la mafia judicial tenía preparada una celda para ella.  Sí lo hicieron con los demás condenados en la fraudulenta “causa Vialidad”. Nelson Periotti, ex Director de Vialidad Nacional, a pesar de sus 80 años de edad y de padecer un deterioro cognitivo, además de un tumor y problemas diversos de salud, no se salvó de la celda del subsuelo del Palacio de Tribunales.

La convocatoria a Plaza de Mayo, además de haber sido exitosa cuantitativamente, lo fue en lo cualitativo, porque allí se encontraron no solo las y los dirigentes del peronismo de todas las corrientes internas, sino también sectores políticos que acompañaron siempre al Justicialismo en lo electoral, y también aquellos que nunca estuvieron en una misma lista a la hora de votar, como por ejemplo sectores y partidos de la izquierda trotskista. Cristina Kirchner, de quien algunos dirigentes ponían en duda su liderazgo dentro del peronismo, los peronistas de a pie y el kirchnerismo silvestre, la volvieron al centro de la escena política. Su futuro es tan incierto como lo es el porvenir de la política argentina. Pero el 18 de junio ratificó que el peronismo, el concepto nacional y popular sigue vigente. Se ha renovado la esperanza que da la unidad; de ahora en más no podrá haber dirigentes distraídos que no haya recibido el mensaje de la movilización popular.

El próximo gobierno popular deberá tener como primer punto en su agenda la liberación de Cristina Fernández de Kirchner y de todos y todas las presas políticas, como sucedió aquel 25 de mayo del 73, cuando el Presidente recién asumido, Héctor Cámpora, liberó a todos los presos políticos, que la historia lo recuerda como el “devotazo”. También deberá agendar una reforma Constitucional, que contenga un profundo cambio en el Sistema Judicial y poner nuevamente en discusión el rol de los medios de comunicación, reflotando la “Ley de Medios”, con las adaptaciones a estos tiempos. Tendrá la difícil tarea de poner un cepo las excesivas ganancias de las grandes empresas y tomar medidas antimonopólicas, para terminar con los formadores privados de precios, principalmente en el sector alimenticio. Se deberá dar cumplimiento efectivo al artículo 14 bis de la actual Constitución, para que parte de las ganancias de las empresas vayan destinadas a los bolsillos de las y los trabajadores, además de compartir la conducción de las mismas.  Reformular un nuevo Estado que sea eficiente y que promueva la participación ciudadana en las áreas decisorias, también debería ser parte de esa agenda. Es necesario tener un nuevo horizonte para sembrar futuras acciones.

No será fácil remontar, pero será menos difícil que estar sumergido en la actual miseria y en la ignominia de ser colonia.

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