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INTERÉS GENERAL

El Adiós a Francisco: Un Papa extraordinario, un legado problemático

A las 7.35 de la mañana romana, el Cardenal Kevin Farrell, Camarlengo del Vaticano anunció la muerte del Papa Francisco.

En 12 años de pontificado, Jorge Bergoglio puso a la rancia Iglesia Católica en el eje de los debates contemporáneos, recuperando el aletargado mensaje cristiano centrado en los desposeídos, los humillados y los perseguidos, ante un capitalismo inhumano y destructor de las comunidades y la Naturaleza.

Francisco fue un Papa extraordinario. El primer no europeo elegido pontífice en 1282 años (su único predecesor como Obispo de Roma había sido el sirio Gregorio III en  el siglo VIII) fue también el primer jesuita electo Papa.

Su legado son cientos de documentos, viajes, entrevistas, exhortaciones y cuatro densas y a la vez claras Encíclicas (2013, 2015, 2020 y 2024) en los que buscó que la Iglesia volviera a ocuparse de la vida de sus fieles (“que los pastores huelan como sus ovejas”) y reducir la enorme opacidad de una institución  sacudida por infinitos escándalos sexuales y financieros y generalmente muda ante los males del mundo.

Inició un camino de reforma de la Iglesia y de reorientación de su Misión que da cuenta de ese giro geopolítico fundamental que estamos viviendo en las últimas décadas: la decadencia de la hegemonía euroatlántica y el surgimiento del Sur Global, en el marco de una policrisis climática, económica, política y social que corroe los cimientos societarios de los últimos quinientos años.

Fue un camino inconcluso pero con visibles mojones hacia adelante, con su idea muy clara y su práctica muy consecuente de lo que él llamó “la cultura del encuentro” y del diálogo informado y fraterno como forma de abordar nuestros problemas.

Francisco, con su simpatía natural y su picardía rioplatense, nos puso a creyentes y no, frente a los horrores de la pobreza lacerante, del individualismo voraz y de la violencia genocida de los Estados, con un mensaje de esperanza, humildad y firmeza.

Por delante queda esperar que sus vientos democratizadores y humanistas fructifiquen en el nuevo Pontífice o que la opacidad vaticana y sus intrigas sigan aprisionando al catolicismo, inmerso en un limbo decimonónico.

Como Bergoglio escribió alguna vez: “sólo quién levante puentes sabrá avanzar y el que levante muros acabará apresado por los muros que él mismo ha construido”.

  • Gustavo Crisafulli – Historiador y ex rector de la UNCo
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