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“Cuesta mucho que pongan en valor nuestra palabra”

La referente de la Asociación de Travestis, Transexuales y Transgéneros de Argentina (ATTTA) Neuquén, Tatiana Breve, dijo que aún hoy “cuesta mucho que pongan en valor nuestra palabra” al tiempo que celebró que, por primera vez, dos personas trans hayan recibido un resarcimiento económico por haber sido víctimas del terrorismo de Estado en Argentina.

En una charla con Intempestiva, Breve habló de la presentación del tercer libro editado por el Archivo de la Memoria Trans, titulado “Nuestros Códigos”, que reúne historias de persecución a personas trans durante las décadas del 70, ‘80 y ‘90 en Argentina.

La actividad será hoy a las 18, en el Aula Magna de la Universidad Nacional del Comahue, y contará con la presencia de la activista María Belén Correa.

“María Belén Correa es fundadora del Archivo de la Memoria Trans y es fundadora de la red nacional ATTA y en esta oportunidad nos viene a presentar el tercer libro que lanza la editorial del Archivo de la Memoria Trans que relata las historias de los ‘70, ‘80 y ‘90 de persecución y encarcelamiento. Y habla de algo que para mí es algo super maravilloso que es el carrilche, el lenguaje que las personas trans nos tuvimos que inventar para que la policía no supiera de qué hablábamos”, contó Breve.

El primer libro editado por el Archivo  fue “Nuestras historias” y el segundo fue “Si te viera tu madre”, de Claudia Pía Baudracco. En “Nuestros Códigos”, hay también fotos y relatos de compañeras de Neuquén, como por ejemplo Valeria Maciel, Magalí Muñiz, que falleció en febrero de este año, de Claudia Silvana Ortiz, entre otras compañeras trans.

-¿Tuvo alguna particularidad esa percepción y estigma acá en Neuquén?

– A veces es muy subjetivo pensarlo porque, por ejemplo, yo te puedo contar que compañeras de Buenos Aires, Santiago del Estero, La Rioja, Corrientes o San Juan, lugares donde eran muy hostiles, dicen que mientras allá las mataban a golpes o las desaparecían, en Neuquén les daban 90 días (de prisión). Eso para las que venían de otro lado. Para las propias del lugar, no. Imagináte las que venían de Cutral Co… Yo buscando mi identidad descubro que la cuna de las travestis era Cutral Co, una ciudad de petróleo y esa cuestión. La persona trans más grande, Graciela, que le decíamos “La Tortuguita”, era de Cutral Co. De hecho, la primera que viene de Buenos Aires, que era Mónica Bravo, cuenta que cuando ella vino acá ya había travestis y eran estas compañeras que son de Cutral Co, que de esas hay una sola viva, que se llama Laura Chandía, tiene setenta y largos. Ellas cuentan que ejercían el trabajo sexual en la ruta y las mamás sacaban a los hijos a la plaza y la distracción era tirarles piedras a las pibas que estaban laburando. Hay un video del Archivo de la Memoria Trans acá en Neuquén donde ella cuenta eso. El desinterés de toda la sociedad, ¿no?

-Este año, por primera vez, en el juicio por delitos de lesa humanidad conocido como Brigadas, declararon como víctimas varias personas trans y fueron reconocidas como víctimas del genocidio. ¿Qué significa ese reconocimiento?

– Yo estuve en todas las audiencias de ese juicio. A Julieta González, que es una de las que declararon y le dieron la reparación, yo la conocí hace como diez años, somos muy amigas. La acompañé a Julieta a declarar. Como parte del proceso, Julieta tenía que reconocer el Pozo de Banfield, donde había estado. Julieta se acordaba absolutamente de todo. En un momento entramos a un lugar, le abren una puerta y se la abren así (de izquierda a derecha), y Julieta le dice “esta puerta la cambiaron, porque se abría así” (de derecha a izquierda). La fiscal que le tomaba declaración le dice que era imposible porque eso era patrimonio histórico y nada se había cambiado. Y Julieta le dice “no, te lo digo yo, me abrieron así”. Y después viene otra fiscal y le dice que sí, que la puerta de ingreso y la de egreso a las celdas se habían modificado. En otro lugar ella indica que en la pared había como una rendija de luz, que la pared no llegaba hasta arriba. Y por esa rendija de luz ella escuchaba gritos y ella le gritaba a una mina que estaba pariendo del otro lado con la intención de que la piba no pensara que estaba sola. Era tanto la violencia que ejercía la gorra que para ellas la dictadura era más de lo mismo. Solo cambiaba que lavaban Falcons. 

Cuando fuimos con Julieta la segunda vez, estaban las otras personas que también declaraban en esta causa que se reabrió, y Julieta cuenta que a ella la hacían cocinar. Como ella era muy estereotipada, muy linda, no era de las que iban ni a moler cemento ni a lavar Falcons, entonces cocinaba y se la garchaban, la violaban. Cuando terminaban de comer los cobani, hacían que le agregue un balde de agua a la olla y esa la mandaban (a las detenidas). Cuando Julieta estaba contando esto, una de las mujeres que estaban declarando rompe en llanto y le dice “sí, a nosotras nos llegaba comida con agua”. Se acordaba todo, para qué lado abrían los cositos de las puertas, qué pared habían roto. Les contó que había una fosa donde ellas lavaban los autos y las violaban en esas fosas. Esa fosa no está. Y le dice “acá había una fosa”. Y cuesta mucho que pongan en valor nuestra palabra. Imaginate que los fiscales ninguno creía lo que contaban. Porque le insistían, cuando ella contó lo de la fosa le decían que no, que no había fosa. Y Julieta le insistía y le dice “pero qué querés, que agarre una pala y me ponga  a excavar?”.

-Con esto que contás, el juicio, ¿resulta una instancia reparadora o es una ratificación de la discriminación, de que no creen en su palabra?

-Las dos cosas. Yo creo que certifica la verdad y la memoria que mis compañeras adultas cuentan. Y este fallo favorable y que estas compañeras puedan recibir esa reparación le da más veracidad a los relatos de las escasas adultas que quedan. El otro día Belén contaba datos del Renaper y dice que sólo el uno por ciento, y termina siendo alrededor de 60 personas trans, que hay en el país mayores de 60 años. La esperanza de vida sigue siendo de 42 años según el Renaper. El resarcimiento económico, que es el valor que cobran por la reparación histórica sí mejora la calidad de vida de nuestras compañeras, te lo puedo garantizar. Pasamos de tener una Julieta que contaba cómo se iba de este mundo a una Julieta que se proyecta en aprender a hacer remeras; está haciendo serigrafía. Tiene proyección, cuando ella pertenece a la generación de personas trans en las cuales lo que interesaba era morir linda. Julieta no percibía ninguna ayuda del Estado, de ningún tipo, porque no existen políticas de asistencia a la población travesti y trans. Y con setenta años no la vas a mandar a trabajar en un cupo laboral. Que seguramente, los perversos del Estado, la contratarían porque acá en Neuquén hay compañeras trans super adultas. De hecho, Soraya Álvarez, trabajadora municipal, se murió esperando una jubilación, trabajando con setenta y pico de años, con las piernas llenas de silicona, sin poder ni caminar desde la casa hasta el lugar de trabajo. Cuando la reparación es una reparación económica se genera una mejora en la calidad de vida

“en estos momentos, donde los distintos estados instan al odio, donde hablan de ideología de género o que es lo mismo las distintas identidades, hacen que para la sociedad sea más fácil violentar y discriminar” 

Y después creo que nos hermana con un montón de luchas que para el resto parecían ajenas. Mi organización cuenta que la primera organización aliada con la que se juntan es con Madres. Este tipo de situaciones nos hermanan más porque también el odio, la iglesia, se han ocupado de pensar que somos como una cuestión distinta, rara. Acá en la ciudad se había pensado en crear un barrio aislado, que se iba a llamar el Barrio Rosa, que era para nosotras. Venimos de esa construcción. Lohana Berkins hablaba de la “identidad cloacal”. No existe la posibilidad de que alguien piense que hay algo positivo, que se piense en nosotres como parte de la solución. La deuda de la democracia es muy alta, por ejemplo, con algo tan simple como la ley de paridad, que reconoce sólo dos géneros. Quienes entendemos que la política es una herramienta de  transformación, que la cuestión de la igualdad es una cuestión de decisión, se nos hace mucho más difícil ocupar esos lugares donde se decide. Creo que hay lugares donde se decide por todes y no estamos todes.

-¿Cómo están viviendo este momento político actual, con un gobierno que recorta derechos, que excluye, que discrimina?

-A nosotras como población travesti y trans siempre nos tocó estar de este lado de resistencia. Resistimos a los edictos policiales, al gobierno de Macri, a la pandemia del VIH, a la pandemia del Covid, que vino a poner sobre claros la situación en la que estábamos las personas trans. Sin dudas todas las personas que dependíamos de una economía informal al momento del “quedáte en casa” se vio la situación en la que estábamos, pero en particular a la población travesti trans nos mostró eso. De hecho, perdimos un montón de compañeras por cuestiones del cuidado. Yo creo que el odio, el estigma y la discriminación nos obligaron a organizarnos, a crear un sindicato. Entonces siempre nuestras organizaciones fueron nuestro lugar de refugio y de resistencia, y en estos momentos, donde los distintos estados instan al odio, donde hablan de ideología de género o que es lo mismo las distintas identidades, hacen que para la sociedad sea más fácil violentar y discriminar. Pero nosotras tenemos el cuero bastante duro y hemos resistido a todo. En estos contexto, si recorremos la calle de nuestra ciudad vamos a encontrar un montón de personas trans en situación de calle. En cada semáforo vos ves cartelitos y reconocés que es una persona trans entonces siempre nos tocó ese lado y creo que nosotras como organización, de manera solidaria como población trans, nos ayudamos a generar contexto. Sin duda que si el Estado nos acompañara sería totalmente distinto. Si hubiera un política real hubiera sido totalmente distinto, si se hubieran podido implementar los derechos como los esperábamos. 

-¿No ocurrió?

-Cuando planeábamos la Ley de Identidad de Género, en 2012, el slogan era acceder a la identidad para acceder a los demás derechos porque creíamos que era una cuestión de reconocimiento. Entendíamos que una vez que la democracia nos reconociera, todo lo otro iba a venir.No pasó en absoluto. No accedimos ni a la salud, ni a la educación, ni al trabajo ni a la vivienda. 

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