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EDICIÓN SEMANAL

Bolivia, en disputa

El Presidente está en línea:

–Hola, compañero Evo.

–¿Cómo va hermano Lucho?

–Te llamo porque estamos a las puertas de un nuevo golpe.

—Lo anticipé, –respondió Evo-. Zúñiga siempre fue un General traidor.

Esta es una simple representación de un breve diálogo telefónico entre el Presidente de Bolivia, Luis “Lucho” Arce, con el ex presidente Evo Morales. Desde finales de 2021 no se hablaban. El primer mandatario consideró oportuno avisar a su mentor como Presidente, que se protegiera, porque seguro que era el primer destinatario de sufrir encarcelamiento, en el mejor de los casos, de consolidarse el golpe militar que estaba en ciernes. 

Finalmente, el golpe militar murió antes de nacer. El mismo día, jueves 26 de junio, el General Juan José Zúñiga, quien ostentaba el cargo de Comandante del Ejército, terminó preso junto a una veintena de cómplices. 

Al igual que a todos los líderes populares, incluyendo a Cristina Fernández de Kirchner, la oligarquía local y el imperio no le perdonaron a Evo Morales haber sacado a Bolivia de la postración y la decadencia, con logros asombrosos. En lo económico subió el PBI de 9.000 millones de dólares a 40.000; bajó la pobreza de 38% a 15%. Cuando asumió la presidencia 1 dólar valía 8 pesos bolivianos, cuando lo echaron a Evo la moneda boliviana se había apreciado y se necesitaba 6,95 pesos bolivianos para adquirir un dólar. El salario mínimo paso de 60 a 310 dólares y el desempleo se redujo a la mitad. La inflación anual fue del 4%, la más baja de América Latina. Nacionalizó todos los bienes energéticos y realizó instalaciones de gas a 891.000 familias. No le perdonaron a Evo Morales haber empoderado a los Pueblos originarios, habiendo creado mediante reforma constitucional un Estado Plurinacional. Las mujeres bolivianas también se empoderaron, logrando la Paridad de género en el Congreso. Y como broche de oro: la UNESCO declaró a Bolivia “Nación libre de analfabetismo”.

Arce era el exitoso ministro de Economía de Evo Morales. Ese éxito no lo acompañó en su propio gobierno. La caída de las exportaciones de gas y la fuga de capitales disminuyeron las reservas en dólares del Banco Central. La baja de producción de hidrocarburos y la poca exploración a tiempo en esta área, generó temor en los ahorristas, lo que derivó en la demanda de dólares con su consecuente estado de especulación. Se les sumaron las protestas y bloqueos de transportistas y comerciantes, que exigen mejor acceso a los dólares y a combustibles.

Arce también tiene problemas con el Poder Judicial. Las y los bolivianos eligen por voto directo  los cargos judiciales que dirigen el Tribunal Constitucional Plurinacional, el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo de la Magistratura y el Tribunal Agroambiental. Se eligen cada seis años y los candidatos deben ser mujeres en un 50% y tener identidad indígena –al menos uno en cada institución–. Tienen que ser seleccionados por dos tercios de los miembros del parlamento. Y es aquí donde el Presidente encuentra un escollo que no permite el normal funcionamiento del sistema judicial. Ningún partido tiene los dos tercios de la Asamblea Legislativa. La división entre Evo Morales y Luis Arce, ha dificultado la negociación de acuerdos para alcanzar esa proporción en el ámbito legislativo. También, en ese Poder, el sector de Evo ha bloqueado varios créditos que ayudarían a la economía. El Presidente acusa a Morales de “boicot económico” y de conspirar con la oposición para acortar su mandato. Morales, a su vez, acusa a Arce de implantar nuevamente un modelo neoliberal.

Como si esto fuera poco, el Tribunal Constitucional que impidió la reelección indefinida de Evo Morales (contradijo una sentencia previa de esa misma corte del 2017), decidió prorrogar indefinidamente su propio mandato, al igual que las demás cortes sometidas a elecciones. Este accionar de los magistrados profundiza el desorden institucional boliviano.

El distanciamiento entre Morales y Arce, y la consecuente división en el MAS, se iniciaron a fines de 2021. Por entonces Morales exigió al actual mandatario cambiar algunos ministros, lo cual no ocurrió. Luego vinieron las denuncias de Morales por supuestos hechos de corrupción y también la acusación de proteger al narcotráfico.

Evo Morales está proclamado por el Congreso del Movimiento al Socialismo (MAS) del 2023 como candidato único a presidente para las elecciones del año que viene. Ese mismo Congreso partidario, expulsó del espacio político a Luis Arce y su vicepresidente David Coquehuenca. Pero en mayo de este año, Arce llevó a cabo el décimo Congreso del MAS, ignorando al anterior. Finalmente, el Tribunal Superior Electoral desconoció la legitimidad de los dos Congresos. Ahora los dos sectores enfrentados tendrán que verse las caras. La historia de Bolivia y el reciente intento de golpe de la derecha interpela a cada sector con lograr la unidad. Pareciera ser difícil, pero resulta imprescindible. 

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