Las organizaciones sociales han sido, en la historia post-dictadura, una verdadera trinchera de resistencia a las políticas de ajuste que han tratado de avanzar para quitar derechos conquistados. Tanto en los ‘90 como en la época macrista, donde se aplicaron o trataron de aplicar achiques y recortes a conquistas históricas, las organizaciones sociales fueron un freno a las políticas miserables que intentaron implementar los miserables.
En momentos de pandemia, con el gobierno de Alberto Fernández a la cabeza, se hicieron actos de reconocimiento y se les destinó cuanto aplauso hubo dando vueltas a las organizaciones sociales, porque sostuvieron lo más elemental en los sectores vulnerados de nuestra sociedad, los barrios populares, los cordones de pobreza. Bancaron el derecho básico fundamental: la olla. Aparte de sostener el alimento, lo que hicieron fue contener socialmente. Con hospitales colapsados, las organizaciones asistieron con medicamentos, con oxímetros, traslados a los hospitales en casos extremos y promoción de vacunación contra el Covid. Con escuelas cerradas, las organizaciones se armaron para imprimir cuadernillos, abrir sus puertas y wifis, para que las pibas y los pibes hicieran y enviaran las tareas. Intentaron sostener el mucho o poco tejido social existente.
NI bien asumió este gobierno nefasto, lo primero que hizo, con su discurso de odio, fue estigmatizar a las organizaciones y desparramar descalificativos con los que pretende responsabilizarlas de las desigualdades en materia distributiva que tiene nuestro país. Inunda la conciencia de nuestro pueblo con noticias falsas en los medios hegemónicos respecto de la corrupción que se daba en las organizaciones sociales.
Grandes sectores de la población, inclusive los beneficiados por el compromiso de las organizaciones sociales en los sectores de alta vulnerabilidad, se comen este verso.
La frase “con la tuya”, seguido del demente “con la motosierra”, caló en esta gran crisis en relación a las instituciones en general y el verso de que los referentes de las organizaciones sociales estaban robando y son parte de una mafia fue naturalizándose para dar pie a este plan maquiavélico.
Esta caza de brujas no es una cuestión de improvisación del Gobierno nacional, porque efectivamente ha sido una política trazada estratégicamente para amedrentar o mantener ocupado a un sector que siempre puso palos en la rueda a los ajustes. La intención es romper cualquier reducto de organización popular.
La estrategia del Gobierno nacional tuvo sus ecos en gobiernos provinciales, aún los que la juegan de neutrales, como el MPN restaurado, que hoy se llama Neuquinizate. Sus políticas claramente se fueron alineando a las del Gobierno nacional.
Esta caza de brujas no es una cuestión de improvisación del Gobierno nacional, porque efectivamente ha sido una política trazada estratégicamente para amedrentar o mantener ocupado a un sector que siempre puso palos en la rueda a los ajustes. La intención es romper cualquier reducto de organización popular.
Estigmatizar, perseguir y mentir en relación a las organizaciones sociales fue la primera xxx que aplicó el gobierno de Rolando Figueroa a través de su ministro de Trabajo. A raíz de las protestas de organizaciones sociales para dar continuidad a convenios de trabajo y tratando de cooptar con cargos menores a algunos referentes, el funcionario oficialista salió a decir que las organizaciones, a través de una cooperativa, habían robado y que habían comprado chorizos, por ejemplo. Un absurdo total. Estas acusaciones fueron desmentidas por las organizaciones con todas las pruebas. (El ministro, obviamente, no se retractó.)
En sintonía con este nivel de brutalidad y de mentiras, el Gobierno hace responsables a las organizaciones de que no haya trabajo, o incluso de la corrupción dentro del Estado. Así entonces les inventan causas a referentas y referentes. Otro ejemplo de este alineamiento a las políticas miserables del Gobierno nacional: el gobierno de Figueroa lanza campañas con el discurso de “eliminar intermediarios”, haciendo que durante casi cinco meses no reciban mercadería los comedores y merenderos de sectores marginales de las urbes neuquinas. Más que eliminar intermediarios, lo que hicieron fue señalar a las personas y grupos “molestos”, ya que los responsables de la tan propagandizada estafa de planes sociales siguen gozando de perfecta impunidad.
Estigmatizar, perseguir y mentir en relación a las organizaciones sociales fue la primera xxx que aplicó el gobierno de Rolando Figueroa a través de su ministro de Trabajo.
Se han abierto en el último mes algunos comedores y merenderos a raíz de la protesta que terminó en un arreglo de entrega de alimentos, los cuales, según piden las organizaciones, deberían ser verdaderamente controlados por el Gobierno en su rol de auditar el destino de los alimentos que se reparten.
Pueden ir a controlar, ver cuántas raciones de comida se hacen, cuántos chicos van a las clases de apoyo y se les da una taza de leche, un pan, una torta frita, una factura, un pedazo de pizza. Que auditen y publiquen y verán que son las organizaciones sociales las que han hecho mejor las cosas.
La corrupción generada a través de programas sociales, de entrega de alimentos, de entrega de tarjetas para gastar en el supermercado, sigue estando sin señalar. Esa estructura la necesitan para fines electorales.
Mientras tanto, el ministerio de (Sandra) Pettovello tiene guardadas 5.000 toneladas de alimentos. Mientras tanto, la iglesia Cristo Rey, liderada en la provincia por la diputada Nadia Márquez (aliada del actual gobernador Figueroa), recibe 170 millones de pesos para la compra de alimentos. Mientras tanto, se duplicó la gente en situación de calle en la provincia de Neuquén.
En esta, la provincia de Vaca Muerta, la que no deja de generar riqueza y donde vienen todos los CEOs a repartirse la torta petrolera, aumentan la pobreza y la indigencia a pasos nunca vistos.
- Soledad Salaburu, ex diputada provincial del Frente de Todos, ex precandidata a intendenta de Neuquén