Intempestiva.com.ar

POLÍTICA

Se terminó la paciencia china  

La guerra comercial entre EEUU y China está declarada. Quizás sea una de las noticias más importantes de los últimos 80 años. En principio, porque nos indica que la “guerra comercial” puede ser la antesala a la guerra, sin eufemismos. Segundo, porque estamos ante un nuevo orden mundial, una inédita configuración geopolítica multipolar.  Por último, porque nuestro país no sería neutral, como históricamente lo ha sido en cada uno de los conflictos armados internacionales.

En ese contexto aterrizó en Buenos Aires el Secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent. En la conferencia de prensa, el funcionario de Trump, dio un discurso políticamente correcto, con un contenido ideológico esperable, y con adulaciones y comparaciones entre ambos presidentes y países un tanto exageradas.  En la Casa Rosada se creía que venía con un pan bajo el brazo, pero no ha nacido nadie. Por el contrario, vino a ratificar lo que ya le habían hecho saber a Milei: “cancele el Swap con China”.

Cuesta creer que haya venido en persona sólo para esto en momentos que EEUU también tiene un contexto político y económico difícil. Si no hubiese existido un ulterior comunicado de la Embajada China en Argentina con un discurso inusual para el mundo diplomático y principalmente para la “paciencia china”, la visita del funcionario norteamericano hubiese quedado como un gesto de apoyo a la gestión libertaria.

El comunicado en cuestión expresa su “categórico rechazo” a las “maliciosas” declaraciones de Bessent, y le advierte “abstenerse de obstruir o sabotear” la ayuda china al Estado argentino.  Esta reacción del país asiático deja en evidencia que el alto funcionario vino a algo más que a desparramar elogios. No se sabe con certeza, porque no lo ha explicitado, pero los pedidos del Imperio a nuestro presidente neocolonialista son imaginables si se ata cabos con algunas otras visitas recientes por la región.

Hace pocos días anduvo por estos lares la Encargada de Negocios de EEUU, Abigail Dressel. Se reunió con tres gobernadores patagónicos: Rolando Figueroa (Neuquén), Alberto Weretilneck (Río Negro), Gustavo Adrián Melella (Tierra del Fuego). No vino a ver los hermosos paisajes, a fortalecer vínculos comerciales ni a ver la exitosa experiencia extractivista de Vaca Muerta. Sonaría creíble si en la Casa Rosada hubiera un gobierno que defendiera los intereses de la Nación. Pero no.

Además de la nula vocación del presidente por defender la soberanía, hay que recordar cuando la comandante del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Jane Richardson, durante la visita a la Patagonia el año pasado, se refirió a los recursos naturales argentinos como “nuestros recursos”. Este síndrome imperial, ahora Republicano, ha sido ratificado por el propio Donald Trump refiriéndose de la misma manera al Canal de Panamá y a Groenlandia. Es de una ingenuidad supina pensar que nos quieren ayudar.

Argentina es para EEUU un modelo de sumisión a replicar con todos los demás pueblos latinoamericanos. Claro que no le será tan fácil a Trump, por más cipayo que sea el gobierno argentino. Querer poner obstáculos entre nuestro país y el gigante asiático se traducirá en la vida cotidiana por la sencilla razón que Argentina se ubica en cuarto lugar como principal destino de inversiones chinas en América del Sur y China es el segundo socio comercial de nuestro país.

Argentina le compra al país de Mao múltiples productos, mayoritariamente productos terminados e insumos industriales. Maquinarias eléctricas y mecánicas explican la mitad de las importaciones con origen en el país de oriente. El 22% de las importaciones provienen del país oriental. Y también le vendemos.  Por poner ejemplos, China es el mayor comprador de soja (más del 90% de total exportado), cebada (60%TE) y carne argentina (casi el 60%TE). La agroindustria tiene un rol preponderante en nuestra canasta exportadora hacia el país oriental.

China ha realizado inversiones en la minería en las provincias de Jujuy, Salta, Catamarca, San Juan, Río Negro y Chubut. Es el principal socio comercial de Chaco, Santiago del Estero, Entre Ríos, San Luis, La Pampa y Catamarca. Más aún, China es el segundo socio comercial de las tres provincias más exportadoras de la Argentina: Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba.

El país, las provincias, pero también gran parte del empresariado argentino tiene intereses entrelazados con los chinos. La derecha de nuestro país siempre pugnó por representar los intereses de la clase dominante local. Milei también lo hace, pero prioriza y se ata a los intereses económicos internacionales e imperiales. Quizás EEUU ve en él un intersticio para meter la cuña de la discordia con China, haciendo caso omiso a los reclamos de la oligarquía local.

La Embajada China, a través del comunicado, les recordó: “a las personas con motivos encubiertos, que están intentando sembrar discordias en las relaciones sino-argentinas y sino-africanas, China acompaña a los países en desarrollo en su camino hacia el desarrollo –incluyendo a los de América Latina y de África- sin imponer ningún condicionamiento político”.

Las personas a las que refiere tienen nombre y apellido: Donald Trump y Scott Bessent. Argentina, como Latinoamérica, es un territorio en disputa. Existen dos rivales. Los conocemos. A uno, muy bien; se ha entrometido en los asuntos internos de todos los países latinoamericanos y del mundo, aunque de algunos lo sacaron como papas fritas de Mc Donalds. Al otro, lo conocemos menos y no lo hemos padecido. Por ahora, sigue estando lejos, pero no tanto como quisiera Trump.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *