Este jueves detuvieron a Fernando Albareda, hijo de Susana Montoya, la mujer de 74 años asesinada el 1 de agosto pasado en su casa del barrio Ampliación Poeta Lugones, de la capital cordobesa, luego que la justicia lo acusara de ser responsable del homicidio agravado por el vínculo.
La detención causó conmoción en organismos de derechos humanos porque Fernando era militante de HIJOS Córdoba. Su padre, Ricardo Fermín Albareda, era un subcomisario de la Policía de Córdoba que militaba clandestinamente en el PRT-ERP y fue secuestrado en 1979 por una patota del Departamento de Inteligencia de la Policía. Fue torturado y continúa desaparecido.
Fernando fue quien había alertado sobre el asesinato de su madre y advertido que desde diciembre pasado venía recibiendo amenazas de muerte, que él atribuía a una patota de la policía provincial.
Ayer, fuentes del Ministerio Público Fiscal anticiparon que hallaron “profusos y contundentes elementos probatorios” que permitieron reconstruir la participación de Fernando en el homicidio. Entre ellos, hay cámaras de seguridad que lo ubican en la zona del crimen.
Además, destacaron que del análisis técnico de los carteles encontrados con amenazas en diciembre pasado y el día del homicidio se desprende que todos presentan grafismos similares y presentan “características similares a la de Fernando Armando Albareda”.
El secuestro y desaparición de Ricardo Albareda fueron juzgados en el segundo proceso por crímenes de lesa humanidad en Córdoba, en la causa que, justamente, es conocida por su apellido: “Albareda”. En mayo de este año el Ministerio de Seguridad le reconoció al policía desaparecido el grado de comisario y generó una millonaria indemnización que sería el móvil del crimen de la mujer.
La noticia de la detención de Albareda se conoció este jueves, mientras organismos de derechos humanos de Córdoba realizaban una ronda para reclamar el esclarecimiento de los hechos y fue un duro golpe puesto que la principal hipótesis que manejaban apuntaba a una patota de la policía provincial, en un clima de negacionismo.
Marta Dillon, periodista e hija de desaparecidos, publicó en X la conmoción que le generó la noticia y agregó: “De todos modos, al menos sabemos que no fue una patota de la policía como la que torturó y asesinó al compañero de Susana”.